Cuando el carpintero Dédalo construyó las alas para que él y su hijo Ícaro escaparan del dificultoso laberinto del Minotauro, a un lugar donde pudieran ser libres advirtió que no se acercara mucho al sol ni que volara cerca del mar, puesto que los rayos del sol lo podían quemar o el agua podría mojar las plumas.
Pero aquel laberinto que los tenía prisioneros había sido construido por el mismo Dédalo, para encerrar a Minotauro.
Ícaro se transformó en su vuelo en un argonauta de los cielos y se entregó a a deriva de la libertad que lo transportaba. Olvidó las advertencias y encandecido por el sol voló hacia él, derritiendo así sus alas y cayendo al océano.
La odisea deja que pensar... no importan las limitaciones ni como debió haber actuado, las derrotas de un hombre no juzgan las circunstancias sino a él mismo.
Podemos pensar que necesitó auto control pero ¿Porqué Ícaro se deslumbró de tal forma? Se piensa que volar es libertad, porque somos omnipotentes y porque en el cielo es vasto el espacio para la vida.
Ícaro es poesía, analogías que explican ideas de libertad o simplemente de los pensadores humanos. La muerte aparece como consecuencia, la libertad de Ícaro lo llevó a ahogarse, pero la plenitud de su vuelo fue más inmensa que su vida.